viernes, 17 de junio de 2011

Desarrollo de la producción


En esta geografía en perpetua transformación, es posible marcar etapas. Desde los orígenes, la producción se dobla prácticamente cada 10 años; ésta sólo quedó congelada cuando la gran crisis de 1929 y un poco de la Segunda Guerra Mundial. Se pasó así de 10 M Tm en 1890 a 20 M Tm en 1900, a 50 M Tm en 1910, a 97 M Tm en 1920, a 210 M Tm en 1930, a 292 M Tm en 1940, a 530 M Tm en 1950, a 1050 M Tm en 1960, a 2300 M Tm en 1970, a 3154 M Tm en 1992.
Cada etapa se ha traducido por deslizamientos en los crecimientos geográficos de la producción y por la transformación de la organización y el equilibrio del mercado.
La fase pionera corresponde a finales del siglo XIX. El petróleo provenía de Estados Unidos, donde se explotaban los campos de los Apalaches y de Indiana, y después los de California; al final del período heroico, las perforaciones revelaron ya la importancia de los recursos de la Mid Continent Field; los estados del sur, Oklahoma, Texas y Louisiana , participaron en la explotación. El petróleo provenía también de Rusia, donde se puso activamente en marcha el yacimiento de Bakú. fue ahí donde los intereses europeos se activaron; los hermanos Nobel desempeñaron un papel importante. Gracias a ellos, Suecia se interesó temprano en el transporte marítimo del petróleo, adoptó y perfeccionó los Diesel para la propulsión de barcos: esta especialización les dio a los suecos una ventaja duradera.
Se descubrieron también durante esa fase pionera, antes de la Primera Guerra Mundial, los yacimientos de Indonesia; allí es donde nació, por asociación entre un productor holandés y un transportista inglés, la Royal Dutch-Shell . En América Latina , la extracción era activa en México, que se convirtió por varios años en el segundo productor, los primeros descubrimientos se sitúan en esta época.
Antes de la guerra de 1914, la actividad petrolífera comprometió a numerosas empresas. La concentración, sin embargo, fue precoz. John Davison Rockefeller (1839-1937) edificó la Standard Oil controlando el transporte y el refino. La legislación antitrust obligó a la sociedad a dividirse, y de esta diáspora nacieron la mayoría de las grandes firmas petrolíferas. Los estados no intervendrán aún sino discretamente en el curso del petróleo: no comprendían aún su interés estratégico.
En Oriente Medio, en Mesopotamia e Irán, nacieron las competencias. Gran Bretaña rivalizó con Rusia para penetrar en Persia: la Anglo- Persia y creadora para explotar los petróleos allí descubiertos, se asoció con los alemanes para hacer prospecciones en los alrededores de Mosul de las riquezas que se le suponían.
La Primera Guerra Mundial transformó profundamente la fisonomía de la economía petrolífera. Los estados intervinieron cada vez más directamente sobre el mercado. Los usos estratégicos y la democratización del automóvil estimularon el consumo. La competencia alcanzó altas cotas durante los año 20. El crecimiento de la producción americana y la de Venezuela permitieron hacer frente a las nuevas demandas, sin embargo en Oriente Medio los intereses británicos (Royal Dutch y British Petroleum, nacida de la readquisición por el Almirantazgo, en 1914, de la Anglo-Persia), franceses (Compagnie Française des Petroles) y americanos (Standard Oil of New Jersey y Socony-Vacuum) se asociaron en el seno de la Irak Petroleum Company.
El desarrollo de la producción se hizo con un desorden tal que los caudales variaban mucho, amenazando por momentos la rentabilidad de la explotaciones. En 1928, Sis Henri Deterding , que dirigía la Royal Dutch Shell, invitó a su castillo de Achnacarry, en Escocia , a los dirigentes de la Standard Oil of New Jersey y la Anglo-Persian: allí se pusieron de acuerdo para organizar el mercado mundial. Progresivamente, el cartel se fue ensanchando hasta comprender a diez miembros, dos de ellos ingleses (Anglo-Persian y Shell), cinco americanos (Standard Oil of New Yersey, Gulf Oil, Texas Company, Standard Oil of California y Socany-Vacuum) y uno francés (Compagnie Française des Pétrles).
La acción del cartel fue eficaz; regularizando los caudales, manteniendo beneficios substanciales, permitió la racionalización de la prospección que adquirió carácter científico. La política practicada no era sin embargo malthusiana: los precios permanecerían bastantes bajos para no hacer estimulante la demanda. Las inversiones efectuadas en materia de prospección química abrieron también nuevos horizontes. Por último, la estructura geográfica de los precios, fijados como si todo el petróleo de la costa del golfo de México a Estados Unidos, daba ventajas a la explotación de los yacimientos próximos a Europa, los de Oriente Medio en especial.
La Segunda Guerra Mundial no hizo sino confirmar el control del mercado por el cártel. Éste era capaz de hacer frente a todas las demandas de los beligerantes y no modificó su política más que creando un segundo punto de base para la fijación de los precios, el golfo Pérsico. Durante la guerra, la prospección y extracción se incrementaron por todas partes. Las destrucciones fueron despreciables en cuantía: no afectaron más que a los pozos del antiguo país caucasiano, los de Rumanía y del norte de Alemania. Estados Unidos y Venezuela se situaron en primera fila de los productores, pero los descubrimientos efectuados en la orilla del sur del golfo Pérsico por los americanos, influyentes en Arabia Saudí, modificaron el equilibrio del mercado. Se descubrieron nuevos recursos en la URSS, entre el medio Volga y los Urales, en el segundo-Bakú: si bien la producción continuaba dominada por el continente americano, las reservas conocidas se ubicaban, sin embargo, en mayor cuantía en el viejo mundo.
A partir de los inicios de los años 50, el equilibrio del mercado se rompió, por la aparición de productores independientes, por la multiplicación de las compañías nacionales, por la política cada vez más independiente de los países productores y por el papel de suministradores del mundo socialista.
Desde antes de la Segunda Guerra Mundial, México, Argentina, Brasil y Bolivia habían nacionalizado sus industrias petrolíferas. La experiencia había sido generalmente poco concluyente. El primer país que consiguió cierto éxito de entre los países productores fue Venezuela, que lo logró cuando se le impuso la cláusula de la división por mitad de los beneficios. En Oriente Medio los vientos corrían a favor de la nacionalización de los Anglo-Irairian por Mossadegh: a partir de 1951, el peso de los productos creció en todas partes.
Durante un tiempo, las compañías pudieron jugar con la timidez de los soberanos mal informados: adularon a los Emiratos del golfo Pérsico o inscribieron su acción en el seno de las estructuras coloniales, como Francia en Argelia. Total, no se ganó sino algunos años de tranquilidad.
A medida que fue pasando el tiempo se comprobó que Oriente Medio era preponderante en cuanto a reservas mundiales. La baja de los precios que resultó de las nuevas formas de competencia aceleraron la sustitución del petróleo por la hulla en Europa y Estados Unidos. Se acentuó la independencia de las grandes empresas industriales frente a los suministradores de todo el mundo. La Organización de los países exportadores de Petróleo (OPEP) fue cada vez pensando más en el mercado; estos estados obtienen una parte creciente de beneficios, vigilan para que los caudales no se degraden, están dispuestos a limitar el volumen de sus ventas si esto se traduce en beneficios más importantes.
Se comprende de golpe el interés que suscita el descubrimiento de campos como los del mar del Norte o Alaska.
En los últimos años los productores de Oriente Medio, con Arabia Saudí en cabeza, Irán y Kuwait, suministran el 29% de la producción mundial (si se añaden Libia y Argelia se sobrepasa el 32%). El resto de África no supone un productor importante, salvo Nigeria. El extremo Oriente no interviene más que con dos productores medios, China e Indonesia. Europa está peor provista aún. Pero Noruega obtiene grandes ingresos gracias a sus yacimientos, y Reino Unido puede producir mucho gracias a sus reservas del mar del Norte. Rumanía, que era un pequeño productor, está en franca decadencia. América Latina cuenta con dos grandes productores: México y Venezuela (seguidos de lejos por Argentina, Brasil, Colombia y Ecuador). Estados Unidos asegura el 13% de la producción mundial, pero su producción tiende al estancamiento. En Canadá, el petróleo disponible excede ligeramente las necesidades locales. La URSS, antes de su disolución contaba con un 20% del petróleo mundial, pero en la actualidad buena parte de estos yacimientos han quedado fuera del territorio ruso. El alza del consumo es el hecho irreversible de los países industriales. Rusia asegura sus necesidades, por lo que los transportes más importantes se destinan a Europa, a Japón, y a Estados Unidos (pues este país que dispone de importantes reservas, prefiere importar petróleo al extranjero).
Los aprovisionamientos se realizan, básicamente, por los puertos del Mediterráneo y del Pérsico, pero la inestabilidad política de la zona entorpece el aprovisionamiento. La guerra entre Irán e Irak, y más tarde la guerra del Golfo, dificultaron el aprovisionamiento de crudo y elevaron el precio de los combustibles.
La capacidad de refino está localizada aproximadamente en un quinto para Estados Unidos, un octavo para Rusia, y otro quinto para Europa occidental. Ahora el mundo comienza a preguntarse cuánto tiempo podrá desarrollarse la producción al ritmo actual.
En 1973 se calculaban las reservas disponibles en 7300 Tm (el equivalente de treinta años de consumo). Actualmente se estiman en 138000 M Tm, que serían rentables mediante los actuales métodos de explotación, a las que se habrían de añadir 300000 M Tm más que podrían extraerse si fueran inventados métodos de extracción menos costosos.
También hay una gran cantidad de petróleo no convencionales, hasta ahora no explotados, pero que podrían cumplirse su función.
Las estimaciones de reservas, a inicios de los años 90, otorgaban el 3% de éstas a América del Norte, el 13´5% a América Latina, el 66% a África, el 1´5% a Europa occidental, el 6% a la antigua Europa oriental, y el 4% a Extremo Oriente.
De estas estimaciones se extrae la conclusión del profundo desequilibrio entre reparto de reservas y reparto del consumo. Son muy pocos los estados industrializados que emplean su propio crudo, lo que provoca una fuerte dependencia de las fuentes de aprovisionamiento del tercer mundo.
Se comprende, pues que, en todos los países occidentales se busquen medios especialmente después de la crisis de 1973 que desequilibró las balanzas de pagos de los países importadores. La energía nuclear no se ha revelado como una alternativa efectiva, y su utilización tiende a reducirse. En la actualidad se investigan medios para mejorar la producción de los yacimientos (mediante técnicas de inyección de vapor, por ejemplo). Pero la prioridad se centra en la reducción del consumo energético, sea utilizando campañas de sensibilización, sea mediante mejoras técnicas como el empleo de superconductores.

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