viernes, 17 de junio de 2011

Geografía económica del petróleo


El petróleo es utilizado por la economía moderna desde hace apenas más de un siglo después del sondeo favorable del coronel Drake en Titusville en 1859. Hoy en día es la primera fuente de energía: suministra casi un 40% del total. El tonelaje extraído ha sobrepasado los 3154 millones de toneladas. No hay producto que haya sufrido una expansión tan rápida tanto por lo que respecta a su extracción como a sus aplicaciones.
- Condiciones de producción: la parte más delicada de la operación es la prospección: al principio, las perforaciones de explotación se hacían más o menos al azar, aunque los pozos secos eran muy numerosos. La colaboración de los geólogos permitió reparar en las formaciones y las disposiciones de capas favorables. De hecho, las indicaciones que se pueden recoger en la superficie son a menudo insuficientes, sobre todo cuando interesan las estructuras profundas, lo que es cada vez más corriente. Hay que hacerse por tanto una idea de la geología a varios kilómetros de profundidad. Se consigue por medias gravimétricas, por estudios magnetométricos del magnetismo terrestre y por la prospección sísmica.
Las perforaciones que así se acometen son seguidas por los geólogos, que sacan de los minerales que se extraen indicaciones cada vez más precisas. A veces, se ensancha el campo explorado recurriendo a los métodos de sondeo eléctrico.
Cuando se descubre una roca-almacén, hay que evaluar su importancia. Generalmente esto sólo puede hacerse por medio de un cuadrilátero de sondeos que requieren la extensión y diámetro del yacimiento para así conocer modo según el que se encuentra el petróleo dispuesto en la roca-almacén: cuando éste está inserto entre las cavidades y las diaclasas de una roca calcárea cársica, el cálculo de reservas es más delicado, pero su recuperación es más completa.
Las perforaciones de explotación y de exploración plantean más o menos los mismos problemas. Se ha llegado a utilizar dispositivos rotativos que permiten progresar más rápido que con sistemas por impacto utilizados al principio. Los trépanos que atacan la roca se pueden disponer de tal modo se corten los anchos estratos geológicos que encuentran en su perforación. La circulación líquida pesada de barita permite al unísono evacuar los productos triturados, refrigerar el trépano y evitar gracias al peso de la columna, un chorro incontrolado en el caso que se encuentre un yacimiento bajo presión. La utilización de turbinas da interesantes resultados en ciertos casos.
El precio de la perforación aumenta rápidamente con la profundidad: esto es de fácil compresión. Para cambiar las herramientas de corte, en el fondo, hay que sacar y desmontar una columna cada vez más larga. Hoy en día se desciende habitualmente a 5000 o 6000 pero los costes son en estos casos muy elevados. Se ha aprendido a perforar en condiciones cada vez más difíciles: se trabaja, por ejemplo, bajo aglomeraciones crecientes en oblicuo. Desde hace más de medio siglo en el Caspio, en la laguna de Maracaibo y a lo ancho de Texas y de la Louisiana, se ha aprendido a instalar plataformas sobre fondos sumergidos a algunos metros. Se franqueó un umbral cuando se realizaron las primeras islas artificiales: con ellas, todas las plataformas continentales se convirtieron en explotables.
El descubrimiento de un yacimiento cuesta caro y requiere el empleo de un personal altamente tecnificado y materiales delicados. La explotación es mucho menos latosa: la presión del gas basta generalmente para hacer subir el crudo al principio de la explotación. Después hay que bombearlo. Se escoge una cadencia de extracción que permite recuperar el porcentaje mayor de petróleo, lo que lleva a operar lentamente, pero no hay que dejar tampoco dormidas las inmovilizaciones. El ritmo óptimo lo fija el compromiso entre ambos imperativos.
La prospección y la puesta en macha de los yacimientos presuponen menos poderosos, una estructura muy concentrada de empresas. Esto es necesario también para desarrollar e inventar todas las técnicas utilizadas. La industria petrolífera es una de aquellas donde el gigantismo ha conducido a inversiones de investigación importantes y un progreso incesante. Sin embargo, empresas medias pueden tener éxito el campo de perforación y extracción. Hasta con que la legislación les sea favorable: en Estados Unidos, por ejemplo, donde el subsuelo pertenece al propietario del suelo, existe un número importante de pequeñas firmas a las que medidas de sostén de precios y de restricción de la extracción han salvado de la concentración y de la absorción por sociedades mayores.
Es en el transporte y el refino de productos donde las ventajas de la gran dimensión aparecen mejor. La constitución de una flota petrolera cuesta cara, pero eso no lleva necesariamente a la concentración: se puede pasar por armadores independientes, de los que más poderosos, Niarchos y Onassis, son conocidos de todos. En materia de transportes continentales parece que desde hace tiempo la moda más ventajosa, para el crudo al menos, era el oleoducto: ha sido a este nivel, a menudo, en el que las grandes empresas han operado para tomar el control de la producción petrolífera.
En el estado siguiente, el del refino, las pequeñas unidades, las que tratan menos de un millón de toneladas, pueden ser muy eficaces, pero es imposible lanzarse a ciertas operaciones delicadas, imposible igualmente obtener una masa suficiente de productos para justificar la creación de industrias petroquímicas. Éstas han nacido y se han desarrollado en buena parte bajo el impulso de laboratorios de investigación de los grupos más importantes.
No son sin duda industrias donde la gran empresa oligopolista haya mostrado con más extraversión, su eficacia y su dinamismo. Esto explica que el mundo petrolífero haya permanecido largo tiempo dominado por los países más avanzados del mundo capitalista, Estados Unidos, Gran Bretaña, Países Bajos. Alemania estaba a punto de entrar en el sector antes de la Primera Guerra Mundial, pero éste rompió con la posibilidad. Francia encontró un lugar modesto entre las dos guerras.
En Rusia, donde la extracción había conocido un desarrollo espectacular antes de la revolución, el nuevo régimen llegó a conseguir sin demasiada dificultad el nivel anterior de producción, incluso lo sobrepaso un poco, pero hizo falta una generación para que la industria petrolera del estado fuera realmente tan dinámica y creadora como la de los países capitalistas: fue hacia 1950 cuando se puso a nivel. Al mismo tiempo, se multiplicaron las empresas nacionales en los países menos avanzados del mundo occidental, y luego en los del tercer mundo: en Italia (el Ente Nacionale d´ Idrocarburi, ENI), en Brasil, en México, en Argentina, las sociedades del estado tomaron la gerencia de las riquezas nacionales.
Los gastos de transporte de los productos petrolíferos son bajos, aunque las actividades que nacen de la utilización de esta fuente de energía estén o puedan estar situadas muy lejos de los campos de extracción. En una primera fase, hasta alrededor de 1900, el petróleo fue utilizado sobre todo para el encendido: era sólo un producto secundario. La invención y después la puesta a punto del motor de explosión y del motor Diesel cambiaron la situación: el petróleo se hizo indispensable para la circulación automovilística y para la aviación. Jugó luego un papel creciente en la navegación marítima.
Como los productos cuya demanda creció eran productos ligeros, se inventaron los procesos de cracking , que permitieron sacar ventajas de la gasolina de los crudos. A pesar de esto, los productos pesados no eran abundantes: para aprovecharlos no se dudó en ponerlos a precios más bajos. Así, el petróleo se convirtió poco a poco en el sustituto del carbón en numerosas actividades industriales: alimentación de las centrales térmicas, y por su intermedio, de todos los motores eléctricos; hizo maravillas en las industrias del fuego, porque su combustión es fácil de regular y de conducir. Por último, reemplazó cada vez más al carbón como base de la industria química de síntesis: sin petróleo no habría ni detergentes, ni telas sintéticas a bajo precio, ni caucho artificial, ni materias plásticas, etc.
Hasta los años 30, las refinerías se continuaron construyendo corrientemente en la proximidad de los yacimientos, en los puertos de exportación. Así se construyeron la refinería gigante de Abadan, en Irán, y la de Curaçao frente a las costas de Venezuela. Se fue viendo sin embargo, que no era ésta la mejor ubicación para los países importadores. La mayor parte de ellos debían realizar en su territorio una actividad que revaloraba mucho el producto, lo que reducía sus ganancias en divisas. El transporte de crudo, homogéneo, se puede hacer más fácilmente en grandes cantidades que el de algunos productos terminados: en consecuencia, entre 1930 y 1955, se multiplicaron las refinerías en los puertos de desembarco de importaciones.
Al cabo de una quincena de años, a inicios de los 60, la evolución había ido más lejos. Por tierra el oleoducto ofrecía tales ventajas que se buscó acercar cada vez más a refinerías a los centros de consumo: se construyeron conducciones desde los puertos de desembarco de crudos a lo largo del Mediterráneo y se construyeron refinerías en Feyzin, Estrasburgo, Karlsruhe, Ratisbona y en la afueras de París y Rennes. Disponiendo instalaciones de tamaño medio en Rosario, es posible beneficiarse de bajos costos de transporte, accediendo a escala donde las industrias derivadas son posibles.
La geografía del petróleo es, pues, una geografía en contante mutación. En cuanto a la producción, lo es en la medida en que no es cuestión de dejar dormir las reservas una vez que son descubiertas. Las inversiones iniciales son tales que hay que agotar todo el negocio en 20 ó 30 años. Si nuevos descubrimientos no permiten reemplazar los campos que se agotan, el país productor ve disminuir su papel progresivamente. En cuanto al consumo, la geografía se modela según la de los niveles de desarrollo, de equipamiento automovilístico, y de densidad rodada; también según la de la progresiva sustitución de petróleo por hulla en los viejos países industriales, pero, allí, las consideraciones de política comercial desempeñan un papel fundamental. Con el tiempo, el mercado se prolonga hasta los países del tercer mundo, porque es frecuentemente por el petróleo como comienza a crecer su consumo energético: éste alimenta las pequeñas centrales eléctricas, los motores de los vehículos, es fácil de distribuir por todas partes.

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